viernes, febrero 20, 2009

CSI: Serotonina

Llevo un par de días, en los que los amaneceres se han tornado un tanto complejos.

Escucho el despertador y dejó que sus agonizantes gritos se mimeticen con la atmósfera.

En un momento se convierte en parte del ambiente, y es en ese instante cuando regreso a mi onírico trayecto. Los sonidos de cada mañana no son más que una melodía que musicaliza cada episodio de mi viaje al lado de Morfeo.

De pronto, una súbita sorpresa.

He de despertar aún en contra de lo que mi tentador acurrucamiento me indica. Pasos ligeros, pesados, lánguidos. Quisiera regresar, pero al mismo tiempo no comprendo el porqué de este agotamiento involuntario.

Suspiro.

En algún lapso de estas semanas tenía planeado irme de vacaciones.

De nueva cuenta debí posponer mi descanso. La economía no se ha portado un tanto amigable, así que deberé abortar la misión. Por un instante, sospechó que esta fatiga que me absorbe no es más que el resultado de meses de constante dedicación. Pero no. Algo me indica que no lo es.

Una de esas tardes, quedé petrificada sobre la cama. Dormité. Más no descansé.

Por unas semanas, una mezcla homeopática le ayudó a mi reposo. Nux Vomica y Kali Phosp fueron los nombres de mis nuevas amigas que, disfrazadas en dulces glóbulos ligeramente alcoholizados, danzaban por debajo de la lengua. Pero no siempre lograban su cometido.

Cada intento natural, por apaciguar los sentidos, se tornó insuficiente.

Algo se ha marchado... o está agonizando.

Simplemente no sé que es, ni las causas de esta abrupto desenlace. Sin embargo, sé que la situación empeora a cada minuto.

continuará...

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