Cuando tu destino se desliza en mis manos... parte 2
Admiro su valor. Su fortaleza. Esa energía con la que ha luchado desde hace varias semanas. Pero su cuerpo está perdiendo la batalla. La metastasis está carcomiendo su frágil cuerpo. Ya no quiere ni siquiera dormir completamente en su casita de león. El tumor ha crecido a un tamaño aún más grande que una canica. Está pálida. Muy pálida. El rosado brillante de su piel se ha convertido en un opaco tono de blanquecino estupor. Sé que es el maldito momento de tomar una decisión. No lo quiero hacer. No lo puedo hacer. Pero tampoco quiero que alguien que me ha compañado durante casi un año con su nobleza incondicional siga sufriendo como sé ya está comenzando a suceder. Lo delatan sus ojitos aun cuando se esconden en instantes de tierno impetu.
El corazón se me hace añicos mientras escribo estas líneas, porque sé que la última palabra está en mis manos. Y en nombre del cariño que tanto afirmo tenerle, tengo que hacer lo que es lo mejor.
Alguien me lo dijo hace un par de semanas. En nombre del amor a veces hay que dejar el egoismo a un lado, y recordar todo lo bueno para que en momentos como éste, el corazón entienda porqué este tipo de acciones tienen que ser lo correcto. Por su felicidad y como un homenaje a todos aquellos instantes que aún guardo en la memoria.
Me cuesta trabajo siquiera imaginar cómo lo voy a hacer, cómo la voy a llevar...
Cuando toda esta pesadilla empezó, recuerdo pedí una señal cuando fuera el momento.
Ya no quiero planear nada. Sólo dejaré fluir el destino.
Que la vida me perdone.
Que el karma me perdone.
Que Ella me perdone....
1 comentario:
頑張れ!
Se fuerte!!
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