jueves, mayo 10, 2007

Donde Convergen los Sentidos III

¿Seguros que ya?
Creo que sí...
Pues entonces... Ya..

Miraba un tanto contrariada a mis nuevos compañeros.
Creo que nuestros rostros eran espejos compartidos. Sabíamos que hacer. Que ya era el momento. Pero unos breves segundos de duda, de risa nerviosa, parecían detener el tiempo. Y todo transcurría en cámara lenta en mi cuerpo, pero mi alrededor un acelerado ritmo, que golpeteaba las vibraciones de mi corazón.
En esa comunión que establecí con mis nuevos compañeros, decidimos resguardar nuestras pertenencias en conjunto. Nos solidarizamos. Confiamos.
De pronto sentí la brisa rozando mi piel. Por primera vez, observé el amanecer desde otra perspectiva. Todo a mi alrededor dejaba de ser algo insólito, extraño, incómodo. Era un equilibrio donde no había género, ni clase social. Una igualdad de circunstancias donde cada textura era de un suave aroma de libertad.
Eso si. Mucha libertad y todo. Pero ese descenso en la temperatura cuando amanece, no estaba siendo muy agradable que digamos. Literalmente se experimentaba en cada fibra de mi ser. Y de que manera. Aunque había quien la sufría más que yo. Alguien titiritaba incontrolablemente mientras que otros trataban de brindarse un poco de calor corporal, mientras el resto se acomodaba en sus posiciones.
No faltaba el comentario picante. Ese que sólo el humor mexicano posee. Esa mezcla entre sarcasmo y albur que es dicho justo en el momento preciso o hasta en el instante "maestro longaniza" para todavía generar una carcajada más intensa.
Yo estaba absorta en mis pensamientos. Por momentos me distraían, los flashes que a la distancia, sobre un estratégico techo, hacían olvidar la cómoda soledad de esta equitativa masa. Voltee a mi alrededor. Todos eramos iguales aunque un desfile multicolor de tatuajes me deleitaba ante las obras de arte que llegué a apreciar....
Tras una orden dada, el cielo se convirtió en mi testigo. Entre sus nubes me contemplaba contrariado, pero al mismo tiempo extasiado al ver ese sentimiento de tranquilidad que había en nuestros semblantes. Y le sonreí. No podía evitarlo. Finalmente, la naturaleza se encontraba en equilibrio...
Continuará...

Donde convergen los sentidos II...

"Ya, amor, neto, dame las llaves. Te espero en el coche. Ya me arrepentí..."
"No wy, neto, me cae que viene toda la banda"
"Cigarros...Dos pesos....Cigarros..."

Ante esta última voz que cimbraba la atmósfera, decidí encender otro marlboro. Detrás mío, escuchaba como alguien golpeteaba su propia cajetilla en una de sus palmas. Parecía que todos buscabamos una manera de matar la espera. La fila avanzaba despacio, aún cuando seguían apareciendo figurillas con rostros de incógnita, en la búsqueda de dónde formarse. Un universo de ansiosos curiosos, de atrevidos aventureros, de inciertas miradas.

Una pareja se acerca, y pregunta la misma cantaleta que he escuchado desde mi llegada. La figura detrás mío le responde, y por alguna razón, tras su respuesta, comienzo a entablar conversación con él. Algo en su timbre me hace sentir un poco de calidez en este amanecer. Simpático tipo. También acude solo. Por su edad, podría mi padre, pero tiene una charla tan fresca, que me olvido siquiera de cualquier detalle que pudiera resultar controvertido.

En nuestro deambular zigzagueante, intercambiamos por cortesía unos cigarrillos. Reímos al escuchar en la lejanía la espontaneidad de unos desmañanados inquietos contra un grupo de policías. No puedo negar que a pesar de todo, y de su amable semblante, en ocasiones mi arisca personalidad regresa a su estado natural y me vuelvo un tanto reservada. Pero al mismo tiempo, disfruto compartir mi extraño y simple sentido del humor, con alguien que ha olvidado los convencionalismos, ya que ha decidido acudir acompañado de su propia soledad.

-Una sola fila, les pedimos una sola fila- Un caballero enfundado en armadura de algodón negro, insiste en que de esa maraña de cuerpos organizados en líneas multifacéticas drásticamente se convierta en un riguroso camino. Misteriosamente, quizá porque a esa hora todavía las neuronas no han activado el sistema de "contrarismo" puro, comenzamos a transformar el caos en un orden, para que tan pronto nos los indiquen, atravesemos unos caminos previamente establecidos, entreguemos nuestro respectivo registro y prosigamos de acuerdo a las indicaciones.
No me revisaron. Ni cotejaron mi edad. Vamos, ni siquiera verificaron si portaba armas o alcohol. Continué hacia una esquina donde un Seven Eleven parecía invadido por un enjambre de jóvenes que zumbaban excitados por un poco de café, nicotina... y porque no, una ricas, escurrientes y heladas caguamas...
Que poco les duró el gusto, por cierto. Más tardaron en sentarse, que en que aparecieran unos uniformados a retirarlos por su ingesta prohibida. Un grupo de jóvenes quizá en sus treinta, hacen comentarios sarcásticos al respecto. Mi compañero de fila y yo, sentados a su lado, nos unimos a su jocosas intervenciones.
Que extraño, ¿verdad? como en ocasiones podemos crear vínculos momentáneos con absolutos desconocidos. Y en estas circunstancias había dos líneas. O te volvías un completo reprimido o entendías que por algo el ser humano es considerado una criatura social. Vaya que esta fue una oportunidad de ejecutarlo. Breves instantes de plática superflua, desembocaron en que instintivamente comenzamos a cercar un vínculo, el cual más adelante sería agradecido. Principalmente por mí.
En todo este acelerado instante, escuchaba el repicar de las campanas de Catedral y al sacar mi celular, un par de números de confusa abstracción me indicaban en silencio que ya eran más allá de las 06 de la mañana.
Un eco en la distancia, una voz en lengua sajona... Mi corazón palpitaba en acelerado movimiento. La brisa me indicaba que disminuía la temperatura en el ambiente, pero mi sangre hervía que casi quemaba mi espíritu...
Continuará

miércoles, mayo 09, 2007

Donde convergen los sentidos...

Aún recuerdo la sensación del sábado en la noche. Ese extraño revoloteo en mi estómago que, conforme el tiempo se hacía más breve, se intensificaba y me generaba un mar de dudas. Pero ¿cuáles dudas? Yo ya tenía analizado mi sendero, más bien había dejado que el destino me guiara en una curiosa bifurcación que tenia frente a mis ojos. Y vaya que el destino me responde cuando dejo disyuntivas en sus manos.
Paulatinamente aparecieron señales que claramente interpreté. A las dos de la mañana, un mensaje en mi celular fue el último elemento para completar mi fórmula existencial. Sí, yo ya tenía mi decisión tomada; ahora sólo faltaba cumplir mi propósito.
Extrañamente, mi salida no causó conmoción alguna. La carta final en este partida que teníamos el destino y una servidora. Respiré esa brisa tan exquisita que sólo la madrugada posee y me encaminé rumbo a la cita.
Empecé a ejecutar un curioso juego en Patriotismo. Si acaso veía un coche repleto o a alguien vestido sencillamente, trataba de descifrar si llevarían el mismo camino que yo. Lo más simpático es que conforme me acercaba a Reforma, muchos de esas almas noctámbulas seguían el mismo tramo que yo; y cuando me percaté que en Av. Juárez manteníamos esa extraña caravana improvisada, entendí que aquella charada no tenía nada de curiosa: era absoluta realidad.
-Heme aquí- me decía en silencio. -Ahora a encontrar estacionamiento....
Cuando desperté de un breve trance, observé que aquello parecía un viernes de quincena en hora pico. Carros detenidos. Semáforos que se burlaban de mí en cada cambio de luces. Y peatones que preferían caminar a ser cómplices de un discurso de cláxons.
Me estacioné en el primer rincón que vi accesible. Para ser las 4.15 de la mañana, me parecía ridículo haberme quedado hasta Bellas Artes. En fin, ahí fue cuando caí en conciencia de que así como yo, había muchos más.
Caminé sobre Madero mirando ingenuamente a quienes me rodeaban. Me sentí un tanto extraña. Al lado mío deambulaban una serie de desconocidos, en grupo, en pareja, en solitario, que finalmente iban a compartir conmigo una experiencia íntimamente diferente. Encendí un cigarro, para sentirme acompañada en mi trayecto. Husmeé en mis bolsillos para encontrar más información. En verdad, me pasó algo más allá de lo absurdo: simplemente me dio pena preguntarle a alguien en dónde me tenía que formar. Comencé a seguir una fila dónde veía rostros de almas decididas que entre una fase de sonambulismo místico permanecían fieles a su palabra. Entre las sombras de calles de recuerdos milenarios, donde los faroles no se atrevían a brindar sus ingenuos destellos, escuché a un grupo con una guitarra mientras cantaban "Quien te cantará..." No sé porqué carajos tuve un deja-vu.
Al final di cualquier cantidad de vueltas. Encontré lo que parecía la Patagonia de una fila. Ahí me mantuve un rato. Cuando caí en cuenta, al otro extremo de 16 de septiembre había otra fila. Oía a mi alrededor voces que querían saber cuál era la verdadera línea que había que seguir. Nadie tenía la respuesta. Yo simplemente seguí mi instinto. Y hoy reconozco que no me equivoqué...
CONTINUARÁ...

domingo, mayo 06, 2007

La libertad de la piel, la belleza del espíritu...

Aun con los problemas de organización y audio, así como los incómodos incidentes durante la sesión de la foto femenina (cámaras de celulares acosando a las mujeres con tomas no planeadas, miradas lascivas, apertura de la barricada antes de tiempo, y hasta la desaparición de la ropa de algunas chicas); la verdad es que esta experiencia fue de aquellas que no se pueden platicar, se tienen que sentir de modo empírico para poder compartir cada sensación....

El pudor fue tan sólo una breve brisa de duda en los rostros de algunos, y en la decisión final de muchos que decidieron simplemente permanecer dormidos antes de acudir a una extraña cita en uno de los rincones más místicos de la capital....

La piel se convirtió en una prenda que cubría el alma, y que pasó de ser un impúdico pecado a simplemente ser un hermoso cuerpo con todas sus imperfecciones...La verdadera belleza femenina y masculina, con sus lunares, músculos ausentes de horas gimnásticas, marcas de sol en piel y tatuajes que mostraban el alma de sus portadores...
Mucho más que esa absurda moda y falacia de la cintura, abdomen y busto perfecto...
La absoluta libertad....



Fotos extraida de eluniversal.com.mx