sábado, junio 14, 2008

Una gota de vida...



Desde que tenía como 15 años, siempre tuve la espinita de donar sangre. Era uno de mis propósitos, al llegar a la mayoría de edad. Fue algo que se generó espontáneamente porque afortunadamente nunca nadie cercano a mí ha requerido de una transfusión. Pero sentía que era algo que era necesario hacer, aunque mi tipo de sangre fuera bastante común.

Al llegar a mis dieciocho, y en ocasión de un viaje a México (eran mis épocas lejos de casa) acudí al Centro Nacional de Transfusión Sanguínea. Tuve mala suerte en aquel intento. Pesaba menos de 50 kilos así que me rechazaron de inmediato. Fue frustrante. Sin embargo, sabía que tarde o temprano podía volver a intentarlo.

Y así lo hice. Pero ahí fue cuando descubrí lo que para mí fue una triste realidad. Varios años despúes, a mi regreso a México y en mi etapa universitaria, hubo necesidad de acudir a hacer donación voluntaria para la tía de una compañera. Fui de las primeras que se ofreció. Fui, la que de aquel grupo logró pasar los "filtros" de donación. Pero al momento en la que el médico comenzó a buscar en qué brazo pincharme, tan sólo dijo "no, no puedes donar..." "¿Pero por qué?" exclamé sorprendida. "Tienes las venas demasiado delgadas, no sirves"...

Fue un golpe de realidad. Aunque parezca exagerado. Algo que tenía propuesto cumplir, como un deber hacia mi misma, nunca podía ser logrado. Mi constitución física me impide ser donadora, por el simple detalle de que mis venas son tan frágiles que hasta se han reventado tras varias horas de canalización (cuestión que he descubierto en mis dos ingresos al hospital). Fue frustrante en un principio, pero ante todo busqué una alternativa. Por eso decidí escribir este post.

Hoy 14 de junio se celebra el Día Mundial del Donante de Sangre. Un homenaje a aquellas personas que deciden tomar un par de segundos de su tiempo para extender la vida de quien en un momento de necesidad, requiere de este líquido de alcalina consistencia.

Aun sigo tratando de entender porque allá afuera hay quienes puede ser donantes y se rehusan siquiera a intentarlo. El año pasado, durante un tiempo de visita hospitalaria, coincidí con el banco de sangre y me asustó el ver que tan sólo un tipo había en existencia. Y en baja cantidad.

Hay restricciones. Sí. Por seguridad de todos. Pero eso no es pretexto. Quizá tú, quien lees estas líneas, eres un candidato perfecto. Pero la apatía te ha impedido compartir algo tan valioso con los demás.

Yo lo he querido hacer. Pero no puedo. De tener la oportunidad, sería donadora por lo menos una vez al año. Lo único que pido es que hagan un mínimo intento.

Esa gota de vida, quizá pueda ser para ti.

Para más información:
http://www.cnts.salud.gob.mx/index.php
http://www.who.int/worldblooddonorday/en/index.html

domingo, junio 08, 2008

Once upon a time in a postmodern metropolis...

Vivimos una época de contrastes, una época de cambios; un periodo donde nos encontramos dudosos de nuestra propia identidad. La tecnología y los valores imprecisos se han apoderado del hombre en parámetros que no puede dominar. Se ha quedado absorto en ideas de individualismo, las que considera únicas y donde no hay cabida para los semejantes. Vivimos atrapados en la postmodernidad y no podemos luchar contra ella porque somos parte del sistema. Crecimos bajo esos principios, sin embargo, podemos apelar a ellos si reconsideramos nuestro entorno de tal modo que reintegremos lo que en antaño ha sido olvidado o corrompido.

El individualismo coloca al sujeto en una posición de comodidad. Sus relaciones con el otro se convierten en someras declaraciones giradas hacia los intereses particulares. Se piensa que todo lo que rodea al entorno del hombre postmoderno es un objeto en sí. No importa si nos referimos a una mesa, a una computadora o una persona. No existe diferencia en sí, tan sólo se mira uno mismo pensando que se es único. Sin embargo, para poder reconocerse como un yo, que se requiere la presencia de un tú, y en el momento en que se rompe esta relación, simplemente ese yo deja de existir, se absorbe en una soledad del ser que lo absorbe hacia la incertidumbre. Esto nos lleva a una nada, no aquélla que nos enseñan como indescriptible, si no a una nada donde no hay razón de ser, simplemente de estar para sentirse que se pertenece a una sociedad que tan sólo se rige por delgados hilos de relación.

Desgraciadamente, los medios se han vuelto participes de este fenómeno, puesto que la comunicación se ha vuelto un mero espejismo de valores y una herramienta al servicio de los intereses particulares de los líderes del poder, de los gobernantes del individualismo. Un claro ejemplo son los objetos sexuales y los nuevos principios que le dictaminan a las personas para ejercer su vida conforme a elementos específicos. Pero no se trata sólo de gente que es objetivizada dentro de los medios, sino que fuera de ellos adoptamos una conducta en torno a lo que nos enseñan esos medios. Vemos nuestras relaciones interpersonales como simples mecanismos de supervivencia y conveniencia, vemos nuestras relaciones amorosas como meros instrumentos para obtener sexo y placer sin fundamentos, vemos nuestras relaciones familiares como cadenas de una libertad que sentimos nos pertenece, pero que en realidad depende de la manipulación del sistema.

Perdemos nuestra vida en torno a lo que creemos correcto, pero en realidad es lo que postmodernidad nos ha hecho creer para beneficio de quienes tienen el poder. En antaño quienes lo tenían eran aquellos que poseían el conocimiento, ahora son quienes controlan la sociedad a través de los medios de comunicación y de la tecnología.

Pero, ¿qué podemos hacer para liberar a los individuos de su idea de objetivización?. En un principio hay que tener conciencia en torno a que no se puede luchar en soledad contra un sistema, sino que se debe hacer en conjunto. Pero aquí nos topamos con la barrera de la individualización. Sin embargo, el simple inicio y comprensión de que somos parte de un Ser Puro y que por ende compartimos una serie de elementos que nos hacen seres particulares pero no solitarios, ya que buscamos la libertad y la omnipotencia de la perfección que nos fue arrebatada en el momento del nacimiento. De tal modo, que si se re-concientiza a las personas sobre su capacidad única para poder relacionarse con el entorno a través de la capacidad del ser y no del estar, se podrá comenzar un diálogo que fomente la verdadera comunicación, esa que ya no tendrá ruido o que por lo menos lo tendrá en una mínima cantidad. La otra es retomar a los medios de comunicación como lo que son, de comunicación y no como una hiperrealidad que se somete a los valores de la información conveniente para beneficios particulares y ajenos a la integración. Y eso se forja desde las raíces de aquél que añora ejercer la profesión del mensaje...

Un instante que se pierde en banales pasiones...

He aquí un escrito que encontré perdido en la memoria de un floppy.
Data de entre 2000 y 2001...
Creo que el estilo aún lo conservo y no puedo negar que evoca antaños momentos donde las emociones emergían con angustiante encuentro...


“ Sangre mundana de caudaloso brío
tu pretencioso emblema de pasión me ha conmovido,
porque me encuentro entre las venas que te matan
y te fomento el frívolo martirio...

Te has enredado entre ilusiones materiales,
has entregado tu cuerpo a las sombras angustiantes.
Y bajo el manto de la aurora, me cobijo entre tus piernas
me marchitas las heridas,
me fomentas la amargura...

Me he roto, en mil pedazos de amoniaco
que queman el infinito...
Arde, no sé, quizá, tal vez
es una alegoría fantástica
de fálica imaginación...

Una pulsación,
tremebundo encanto macabro
otra pulsación
la garra salvaje de la brisa se unifica
a la corriente alterna de franco discurso...
una fugaz llamarada de placer,
un gracioso deseo que cosquillea los muslos,
esa humeante angustia me recorre el cuello,
me recuerda el sabor agridulce de tu lengua...
me mata la astilla que escupes con tu voz,
y que ha atravesado
por el camino donde la sangre converge con mis sentimientos.

Hay un látigo que lacera las angustias matinales
hay un fervor pagano a las risas tremebundas
hay un dolor que no evito sólo aguanto
como el lastre de oro mordaz de la mentira que me he fomentado... ”