viernes, diciembre 26, 2008

En la balanza...

Sé que la maldad existe. Y no porqué piense que por el mundo habitan demonios que corrompen a los seres. Más bien, considero que hay criaturas que en el camino del destino toman una bifurcación en el que la satisfacción proviene del dolor ajeno. Es un arte para algunos, para otros se convierte en su estilo de vida.

Todos en mayor medida poseemos esta facultad. La pureza del alma, a través de los años, conoce el libre albedrío, así como los senderos que nos trasladan a nuestro destino. Hay quienes en nuestro andar, nos topamos con el karma y a partir de ahí evaluamos nuestras decisiones. Pero hay otros, que simplemente no recapitulan sus acciones y enloquecen en la adicción que provoca la obsesión al dolor ajeno.

No creo en el cielo y en el infierno, sin embargo considero que en esta vida paulatinamente nuestras acciones tienen consecuencias y que la tranquilidad o el autosufrimiento son el resultado a corto o largo plazo de que las decisiones que tomamos.

Hay tambien quienes consideran que tienen la autoridad para juzgar y ejecutar acciones "divinas". Quienes creen tener la facultad de hacer pagar a los demás por sus actos. Quienes creen ser semidioses o ángeles de justicia. Esto no es lo mejor. Por el contrario, el tratar de vivir una existencia que no es la nuestra o ejercer presión en la de un tercero, convierte nuestro propio ser en un vacío sin sentido. Un abismo sin profundidad que carcome y enferma, que intoxica y sobre todo se convierte en un estado en el que el alma se marchita así como el cuerpo se convierte en un colgajo del espíritu.

Todo está relacionado con el equilibrio. Y ese equilibrio es el eje sustancial de nuestras vidas.

No me considero un ser perfecto, puesto que la perfección es una utopía. Por el contrario, son los errores y las bifurcaciones hacia caminos dudosos los que nos permiten crear un criterio, así como desarrollar nuestro ser cada día. Uno jamás deja de aprender y quien piense que posee la verdad absoluta, está engañado.

No somos seres perfectos, pero a lo largo de nuestras existenciascada uno escoge los caminos hacia donde desea dirigirse. Me he topado con quienes desean vivir en armonía con su entorno y sus semejantes. Hay otros, que simplemente, optaron por el caos y la autodestrucción.

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