Cuando el tamaño (y el género) importan...
Alguna vez alguna persona me dijo, que como mujer, en la sociedad mexicana me iba a costar mucho trabajo que los hombres me respetaran. Que sólo había dos caminos para poder por lo menos sobrellevar mi vida en una cultura machista: "actuar como una reverenda pendeja para que te cumplan lo que quieres o ser la más grande de las sumisas". Esa persona está fuera de mi vida desde esa ocasión.
Siempre he sido intolerante a la misoginia y al machismo. Son conductas a las que me enfrento en un país en el que todavía no es bien visto una mujer con los pantalones fajados y una actitud que para muchos es de una "perra cabrona." A eso hay que sumarle que la mayoría de las mexicanas somos de estatura pequeña, como es mi caso con 1.58m, lo cual hace sentir a muchos "caballeros" aún más que son superiores: "A ver chaparrita, no te me alborotes, ni me hables así..." "A ver chaparrita, no me vas a venir a dar órdenes"...
Mis dos mejores amigos varones, quienes no se conocen en persona y tienen una diferencia de edades de 15 años, han coincidido en que yo soy "just one of the guys" debido a mi manera de actuar ante las circunstancias, mi forma de ser y sobre todo la manera en que me desenvuelvo día a día. Esto no me ha sido fácil, cuando todos los días, y en más en ocasiones en las que mi trabajo lo amerita, tengo que lidiar con hombres cuya "educación" no les permite que una mujer, que para colmo es chiquita en estatura, represente una autoridad por encima de ellos.
Pero tampoco se trata de estigmatizar a los hombres, porque he aprendido que todas estas conductas de menosprecio femenino son impulsadas, en mayor medida, por las mujeres. Madres, amigas, novias y esposas que fomentan una cultura en donde todo aquello que no entre en el esquema de lo "correcto" es mal visto. "Esa vieja es una puta" es uno de los comentarios que he escuchado o sabido sobre mí en boca de otras mujeres. Simplemente, por tener una sexualidad libre de tapujos, no tener problema en demostrar talento y querer ser algo más que la esposa en el hogar bonito, con los hijos lindos, la casa perfecta y adicta a irme a desayunar con mis amigas todos los días para platicar sobre mi hogar bonito, mis hijos lindos y mi casa perfecta.
En sí. Todo es un resultado del conjunto de factores. De una educación misogina que prevalece en una interacción de géneros. Las mujeres talentosas no son una plaga ni el enemigo. No son una devoradoras de hombres al ejercer con orgasmos su vida sexual. La inteligencia femenina no es una enfermedad, es un beneficio para la sociedad. Las mujeres con carácter no van a venir a castrar a los hombres ni van a menospreciar a sus semejantes. Ser bonita con neuronas funcionales, no es sinónimo de puterías.
Sé que aún habrá mujeres que al despertar cada mañana y en el camino de su existencia habrán de encontrar hombres a quienes les incomoda féminas con talento y que además pueden ser tanto bonitas como sexy, pero que han llegado a una posición de poderío si haber dado las nalgas.
Así como también, habrá que lidiar con mujeres que obtienen lo que quieren, degradando al género, al actuar como pendejas o sumisas, así como menospreciando a quienes se han salido del esquema tradicional.
Podré no tener muchas amigas. Podré encontrarme con obstáculos para ejercer mi trabajo. Tendré que luchar día a día para demostrar que inteligencia y sex-appeal pueden venir incluídos en el mismo paquete. Y que aún siendo pequeñita se puede tener un gran talento.
No me arrepiento de quien soy, ni de cómo vivo. Por el contrario, bendita sea la libertad, porque el tamaño ni mucho menos el género, importan.
Podré no tener muchas amigas. Podré encontrarme con obstáculos para ejercer mi trabajo. Tendré que luchar día a día para demostrar que inteligencia y sex-appeal pueden venir incluídos en el mismo paquete. Y que aún siendo pequeñita se puede tener un gran talento.
No me arrepiento de quien soy, ni de cómo vivo. Por el contrario, bendita sea la libertad, porque el tamaño ni mucho menos el género, importan.