sábado, agosto 09, 2008

Pequeña distracción...


Confieso que he regresado a una adicción....
Una que a veces es desesperante, pero que al mismo tiempo permite distraer mis sentidos y fomentar el análisis. Hoy, durante una salida que comenzó desde tempranas horas, en el camino encontré mi nueva adquisición con una imagen que siempre me ha provocado fascinación: Betty Boop. 500 piezas. Tamaño promedio. Grado de complejidad medio, debido a que sólo maneja rojo, blanco y negro en sus acabados. Justo cuando iba a decidir que no era una buena adquisición, debido a los problemas de espacio a los que me enfrento en la actualidad, también encuentro un "sistema posicionador del guardado del rompecabezas armado o sin armar" el cual compré presurosa...
Y pues heme aquí. Descifro espacios en blanco. Coloco fragmentos de esencia y me emociono, como parece ser hacia mucho no lo hacía. Me he distraido. Que es lo más importante y espero esta pequeña belleza terminarla a la brevedad, y no dejarla en el olvido como alguna vez se quedó aquel precioso cuadro de Kandinsky. Sí, me puedo desesperar, pero algo que descubrí que necesitaba en mi totalidad, era distraerme en algo totalmente ajeno a lo que ya estaba siendo costumbre y parece ser, que por fin, logré que el estrés disminuyera. Parafraseando a un amigo, vivir en estrés mata, y sí, yo necesito enfocarme en distracciones sumamente burdas para que mi mente por fin logre descansar aunque sea de esta manera... Lo necesito.

martes, agosto 05, 2008

Slow... Slow down

Estoy agotada...
Hacía mucho no tenía esta sensación tan extraña de debilidad...
Sé que no he parado y sé que en algún momento me debo detener, pero lo que resta ya no está en mis manos...
Necesito descansar...


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Sobreviviendo un supermercado

Las compras de supermercado pueden volverse un calvario. Por algo tiendo a evitarlas y cuando me veo forzada a acudir a resurtir el refrigerador busco las estrategias más extrañas para evitar las conglomeraciones.
Y aún conociendo los hábitos de consumo de la población, como según me jactaba, cometí un error estadístico y me vi atrapada en un tumulto de compradores compulsivos con las mismas intenciones que yo.
Desde conseguir un lugar de estacionamiento, mi noche se convirtió en una lucha despiadada que me hizo recordar la época prehistórica en el que el líder de la manada salía en búsqueda de los alimentos y tenía que luchar contra las hostilidades de otros similares.
Tratar de rellenar el refrigerador y la alacena, en quincena, o fechas posteriores a la misma, pueden convertirse en una aventura de proporciones biblícas. Horas de espera, filas inmensas, pleitos en la sección de carnisalchichonería por saber quién se supone que es el siguiente turno. Y ni qué decir si encuentras el último carrito disponible, porque tienes que defenderlo más que a tu vida misma, porque no falta el gandalla que en un descuido se lo apaña sin compasión.
En la desesperación por salir pronto, he visto los sentimientos más oscuros de las señoras que aparentan ser las más apacibles.
Cada vez que se me ocurre viajar al super, me arriesgo a regresar con moretones en las piernas, producto de ser un obstáculo para quienes practican la Fórmula 1 de autoservicio. Y ayer para rematar, producto de la lluvia fui víctima de un abrupto resbalón en el estacionamiento, que hasta ahorita me sigue doliendo, tanto en orgullo como en mi físico. Sin embargo, tengo que reconocer, que aún en la violencia de supermercado, hubo un grupo de jóvenes que se acercaron ayudarme en mi desgracia.
Pero eso sí, me cae que a la próxima mejor me aguanto las ganas de comer queso, porque quedé 3 horas atrapada en un supermecado, y eso que no me llevé tantas cosas....

domingo, agosto 03, 2008

Crónicas Gitanas Parte VII

VII

Se ha acabado el néctar que fluía por tus labios,
se ha colapsado el infinito con la luna de tus abrazos,
se ha terminado la función de este viaje tremebundo
no ha de seguir a tu cuerpo, con esas alas de gris infortunio...


Y bajo el manto de la aurora,
me cobijo entre tus piernas
me marchitas las heridas,
me fomentas la amargura...

Sí, sé que duele,
sin embargo, soportar debo,
porque el precio de este halo
se cobra en espacio magistral de mil pedazos...

Oh, mi azul extasiado,
con el dolor respiro humo por la boca
se acompleja tu rostro,
se cohiben los ojos,
sangra un trozo de infinito
mientras muere la gaviota entre los murmullos..

Duele, sí, como una ráfaga de estrellas
me punza ese sentimiento que yace entre la pasión...

Y lo acepto,
porque se eriza la piel con látigos de hielo
se muere el ocaso entre el estomago y mi cielo,
nada me cimbra como en antaño,
mientras que en mi mente se reflejan las heridas de sal.

Escucha mi mirada y lo grita mi silencio,
el frío calor que emana de mi cuerpo
se corrompe con la diáfana esfera de tribales contradicciones...

Y me callo, como un eclipse traicionero,
para fingir tributos al infinito espacio
para culpar al espacio de mi infinito miedo...

CRÓNICAS GITANAS.®
2000