jueves, septiembre 04, 2008

Veintiocho resurrecciones

La vida fluye,
aunque la esencia misma prevalece por siempre...
Si bien,
en este breve instancia de mi realidad he aprendido mucho
y experimentado al máximo

también agradezco los errores, las lágrimas
y los instantes de yuxtaposición.

Es curioso, porque bajo el extraño esquema de mi personalidad,
el sabor del momento es un maravilloso estado de autenticidad.

El suave placer de un amanecer,
la caricia de la sinceridad,
el éxtasis infinito de la locura constante.
El goce atrapado en una mirada,
el roce de lo que algunos llaman pecado,
pero que para mí es disfrutar las delicias del alma...
Eso es respirar, sentir, vivir... el orgasmo perpetuo en mi existencia.
Hoy, nazco de nuevo, como cada año de hace casi tres décadas...
Veintiocho resurrecciones, que agradezco, porque han valido cada instante de sí.

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