lunes, abril 21, 2008

Cuando tu destino se desliza en mis manos...

Últimamente el destino me ha puesto en el interrogante de tomar decisiones que afectan la vida de alguien más. Y en verdad no es nada fácil saber que la existencia de algo chiquito y frágil depende de si tomó la alternativa adecuada o si acaso me equivoco y trunco su camino antes de tiempo... o si me equivoco y la llevo a un sendero de injusto dolor.

Tras dos operaciones, dos tumores extirpados, lesiones de neoplasia y un nuevo fibroadenoma de dudosa apariencia que crece descomunalmente por debajo de su axila; ttodo esto, en menos de seis semanas, esta pequeña guerrera aun se emociona al encontrarse con su ruedita. Ya no corre con la misma intensidad que hace varios meses pero al subirse a ese pequeño juego, su mundo cambia, se llena de alegria. Ha bajado de peso, su pelito no brilla con la misma intensidad pero con emoción se despierta a las 5 de la mañana para poderte dar -en su muy particular estilo- los buenos días.

Se puede quedar por largo tiempo instalada en su platito con ese extraño menú de mijo, alpiste y semillas de girasol. Pasea por toda su casa, pedacitos de Froot Loops, obleas y cuanto cereal se cruce en su camino. Y el pan dulce -hot cakes, panques y galletitas- son un manjar que merece ser degustado con precisión.

Ella intenta tener una vida normal. Jugar, comer, hacer travesuras. Pero en sus pequeños ojitos color rubí hay un halo de melancolía que se siente como una furtiva estocada en el corazón. Al mismo tiempo, te sorprendes al ver cómo su espíritu se esmera por demostrar que aún tiene energía, ganas de luchar y que no cesa su batalla contra el enemigo cancerígeno que invade su cuerpecito sin compasión. Es una mirada contradictoria. Por un lado, ese dolor que habita en su alma y por el otro, esa chispa de energía, esas palabras sencillas "espera, dame una oportunidad, aun no es tiempo de partir".

Eutanasia no es un sustantivo que uno desee encontrarse en una frase. Y más cuando el médico te ha dicho que tienes que tomarlo en consideración. "Dale calidad de vida", me han insistido, pero en el momento que veas que sea necesario mejor dejarla descansar, considera la eutanasia cómo una alternativa. En ese instante sentí un escalofrío en el alma. Sabía que la vida de mi pequeño angelito estaba ahora en mis manos y que tenía que tomar la decisión correcta. Me he cansado de preguntarle a mis amigos -casualmente dos de los más cercanos y a quienes adoro como mis hermanos han tenido que enfrentarse a disyuntivas muy parecidas a la mía- qué hacer, ya que simplemente no es fácil entender cuándo ni cuál es ese maldito instante en el que uno, cómo ser humano, tiene que decidir por alguien que quizá quiera vivir aún más, pero que no tiene voz para gritártelo.

Me he quedado horas mirándola correr, mientras aún puede. Subir y bajar de su jaula. Recorrer su pequeño universo. Le he preguntado que me dé tan sólo una señal sobre qué hacer, mientras me mira con ojitos de brillo melancólico. Esa maldita disyuntiva la tengo metida en la cabeza con mayor intensidad desde anoche. Y crece aún más mientras la miro al escribir estas líneas y darme cuenta que el tumor también aumenta. Y sé que llegará el punto en el que quizá ya no pueda caminar y eso, en ella, la pequeña corredora será un castigo infame.

Me he planteado volverla a operar. No sé si tolere una cirugía más. La última le costó mucho trabajo sobrellevarla. Ahí todavía estaba en su peso. Hoy esta flaquita y aunque come con gusto lo que le sirvo, ya no devora como una aspiradora. Tampoco sé si sea justo dormirla para siempre, cuando aún veo vida en sus ojos.

Simplemente no sé que hacer. No sé que hacer y eso me parte el alma. Por más que me digan que así como ella puedo comprarme veinte más con todo lo que he pagado en médicos, cirugías y demás artilugios para mantenerla viva. Sí, hace 10 meses le dí una oportunidad, la invité a mi casa, a ser parte de mi familia. Y con esa curiosa energía se volvió la consentida de todos Si, hace 10 meses su destino pudo haber sido el terminar en el estómago de una víbora. Pero termino conmigo, en mi habitación. En un pequeño mundito que ella misma llama su hogar. No sé hasta qué punto tengo derecho a decidir por ella qué hacer con su propia vida...

Hoy sólo sé que al terminar de escribir este post, sigo con la misma disyuntiva. No puedo evitar mirarla y no saber qué hacer mientras con ojitos de tristeza se come gustosa un pedacito de panque de nuez. Maldito cáncer.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola niña. Te puedo decir que yo pase por una situacion muy parecida hace un par de años, una personita que lleno mi vida de luz y alegria por 15 años. La pobre Shainy se lleno de tumores en los pulmones y al final la pobre no podia ya respirar, y como asmatico se lo que se siente.

Como consejo, es una desicion dificil moralmente, pero es algo hasta cierto punto logico, Si ves que sufre, no la dejes sufrir de mas. Si ves que tiene vida energia que lcah por sequir como mencionas, dale una muy buena calidad de vida, concientela apapachala y amala. Cuando veas que de verdad esta sufriendo, no la dejes sufrir.

Por lo que entiendo la desicion eres tu quien la va a tomar. SOlo esta con ella siempre, y cuando llegue el momento apapachala y cuidala, que se vya contenta y mientras tanto preparate

Tu tienes esa oportunidad, a mi, me la quitaron, Mi madre tomo la desicion por mi y ella lo hizo cuando creyo que era necesario, sin decir nada ni avisar, segun para que no me doliera. Ese misma mañana todo estaba como si Shainy nunca hubiera estado ahi, como si hubiera sido un sueño todo lo que vivi con ella y todo lo que me dio. Y te puedo decir que es algo que aun a la fecha me duele muchsisisisiisisimo y que me hace llorar de solo recordarlo.

No me pude despedir, no pude etar ahi. Y ya no lo puedo cambiar...

Y no import aque perdone lo que paso porque creyeron que era lo mejor para mi, no puedo cambiar ya lo que paso...

Cuidala apapachala concientela y cuando sea el momento, esta con ella.