domingo, junio 08, 2008

Once upon a time in a postmodern metropolis...

Vivimos una época de contrastes, una época de cambios; un periodo donde nos encontramos dudosos de nuestra propia identidad. La tecnología y los valores imprecisos se han apoderado del hombre en parámetros que no puede dominar. Se ha quedado absorto en ideas de individualismo, las que considera únicas y donde no hay cabida para los semejantes. Vivimos atrapados en la postmodernidad y no podemos luchar contra ella porque somos parte del sistema. Crecimos bajo esos principios, sin embargo, podemos apelar a ellos si reconsideramos nuestro entorno de tal modo que reintegremos lo que en antaño ha sido olvidado o corrompido.

El individualismo coloca al sujeto en una posición de comodidad. Sus relaciones con el otro se convierten en someras declaraciones giradas hacia los intereses particulares. Se piensa que todo lo que rodea al entorno del hombre postmoderno es un objeto en sí. No importa si nos referimos a una mesa, a una computadora o una persona. No existe diferencia en sí, tan sólo se mira uno mismo pensando que se es único. Sin embargo, para poder reconocerse como un yo, que se requiere la presencia de un tú, y en el momento en que se rompe esta relación, simplemente ese yo deja de existir, se absorbe en una soledad del ser que lo absorbe hacia la incertidumbre. Esto nos lleva a una nada, no aquélla que nos enseñan como indescriptible, si no a una nada donde no hay razón de ser, simplemente de estar para sentirse que se pertenece a una sociedad que tan sólo se rige por delgados hilos de relación.

Desgraciadamente, los medios se han vuelto participes de este fenómeno, puesto que la comunicación se ha vuelto un mero espejismo de valores y una herramienta al servicio de los intereses particulares de los líderes del poder, de los gobernantes del individualismo. Un claro ejemplo son los objetos sexuales y los nuevos principios que le dictaminan a las personas para ejercer su vida conforme a elementos específicos. Pero no se trata sólo de gente que es objetivizada dentro de los medios, sino que fuera de ellos adoptamos una conducta en torno a lo que nos enseñan esos medios. Vemos nuestras relaciones interpersonales como simples mecanismos de supervivencia y conveniencia, vemos nuestras relaciones amorosas como meros instrumentos para obtener sexo y placer sin fundamentos, vemos nuestras relaciones familiares como cadenas de una libertad que sentimos nos pertenece, pero que en realidad depende de la manipulación del sistema.

Perdemos nuestra vida en torno a lo que creemos correcto, pero en realidad es lo que postmodernidad nos ha hecho creer para beneficio de quienes tienen el poder. En antaño quienes lo tenían eran aquellos que poseían el conocimiento, ahora son quienes controlan la sociedad a través de los medios de comunicación y de la tecnología.

Pero, ¿qué podemos hacer para liberar a los individuos de su idea de objetivización?. En un principio hay que tener conciencia en torno a que no se puede luchar en soledad contra un sistema, sino que se debe hacer en conjunto. Pero aquí nos topamos con la barrera de la individualización. Sin embargo, el simple inicio y comprensión de que somos parte de un Ser Puro y que por ende compartimos una serie de elementos que nos hacen seres particulares pero no solitarios, ya que buscamos la libertad y la omnipotencia de la perfección que nos fue arrebatada en el momento del nacimiento. De tal modo, que si se re-concientiza a las personas sobre su capacidad única para poder relacionarse con el entorno a través de la capacidad del ser y no del estar, se podrá comenzar un diálogo que fomente la verdadera comunicación, esa que ya no tendrá ruido o que por lo menos lo tendrá en una mínima cantidad. La otra es retomar a los medios de comunicación como lo que son, de comunicación y no como una hiperrealidad que se somete a los valores de la información conveniente para beneficios particulares y ajenos a la integración. Y eso se forja desde las raíces de aquél que añora ejercer la profesión del mensaje...

1 comentario:

Meli dijo...

Ese es el problema. Nos han inculcado esta cultura individualista, en la cual cada uno defiende intereses propios, de manera que puedan manejarnos mejor. Divide y reinaras, tan simple como eso. Por eso América latina debe unirse en una sola voz. Solo así podremos luchar contra el crudo capitalismo anglo, que se chupa nuestras riquezas y nos debilita politica y socialmente.

Excelente tu blog muchacha, me gusta mucho lo que escribes!
Un saludo desde argentina...