Diplomado en tramitología IV
Me harto de escuchar las opiniones de todos a mi alrededor. Sí, sé que muchos lo hacen con buena fe, pero es un sazonador adicional a mi intensivo estado de encabronamiento:
-"Hubieras ido al super a pagar"
-"Ya ves, por querer hacer todo rápido, mejor te hubieras esperado"
-"Porque no fuiste al Estado de México, ahí son otro pedo"
-"¿Y si mejor te vas en camión a tu viaje? Ya mejor la otra semana ves lo de tu licencia"
-"Yo si le hubiera mentado la madre"
-"En la SETRAVI son bien hojaldras"
-"Deja de clavarte en la textura, ni pareces bruja. Deja fluir las cosas"
-"Uy yo duré como tres años sin licencia y ni me pasó nada"
-"Si le hubieras dado un billetito a la señora, igual y te afloja la licencia"
No quiero parecer una perra malagradecida. Simplemente, cada comentario me provoca un mayor sentimiento de frustración. Necesito pensar objetivamente y el tener los instintos enfocados al enojo, en ocasiones no son la mejor asesoría. Sin embargo tengo que tomar una decisión. Tardo mucho en encontrarla en esa marejada de emociones. Yo tan sólo quería hacer las cosas de una manera certera. Estar en regla y orden, para evitar problemas a futuro.
Pido dinero prestado. No me queda otra alternativa. Me apuro en llegar a un banco cercano a mi trabajo. Miro la ficha de captura y el recibo de pago. Voy a esperar un poco menos de 48 horas para intentar hacer el trámite nuevamente. Pero eso sí, no voy a regresar con aquella dama multimodular. No me importa irme más lejos. Por lo menos me queda mi orgullo ¿no?.
Me asesoro con un amigo reportero. Me envía a una Comercial Mexicana ubicada por Miguel Ángel de Quevedo. Ahí, me afirma, el trato es diferente. Busco la dirección en la página de la SETRAVI. Sólo hacen mención de ella pero sin más datos. Caigo en cuenta que muchos módulos que existían para trámites de licencias ya no existen. Y precisamente por lo mismo, prefiero andar en terreno firme.
Consigo los datos de la sucursal en la página web de La Comer. Me mentalizo a que después de 48 horas iré. Afuera de mi oficina cae una tormenta. Granizo. Sólo espero no haya tormenta eléctrica porque una de mis compañeras de espacio es un tanto "sensible" y la asustan los rayos, a tal grado que grita como si la estuvieran asesinando. Para mi estado de susceptibilidad, no creo tener la templanza para no ser yo quien la mate.
Sí. Lo sé. Estoy insoportable.
Bien lo dije, la frustración y el coraje no tienden a ser las mejores emociones. Poco a poco ceden.
Mañana me espera un mejor día.
Mi día.
Ya de lo demás me preocuparé en su momento.
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