Ten cuidado con las malas influenzas...
Una semana poco convencional.
El extraño aroma del miedo se respira en el ambiente, junto con partículas de dudosa procedencia.
De pronto, las teorías de la conspiración surgen entre las ligas que sostienen ese trozo de tela que cubre nariz y boca.
Una noche cambió repentinamente una rutina.
Hace como 6 ó 7 años padecí por primera vez de influenza. Es de esas enfermedades que no le deseo a nadie. Recuerdo que mis sintomas iniciaron una noche en el cine. De hecho le arruiné la noche a un amigo, quien tenía todavía pila para seguir la fiesta. A mí, me atacaba un dolor de cabeza indescriptible. Asumí que era un ataque de migraña. Era temporada navideña. Los foquitos de la época eran como cuchillas afiladas en mis ojos.
Así comenzó el calvario. Toda la noche, la fiebre me mantuvo en total agonía. Dolor en el cuerpo, articulaciones. Dolor hasta de respirar. Ni siquiera podía leer o mirar la televisión, porque todo me mareaba, me molestaba.
Fueron varios días de sufrimiento. Pero salí adelante.
Sólo una vez me puse la vacuna contra la influenza. Los efectos secundarios me cayeron fatales, así que opté por omitir la dichosa vacuna en mi vida, muy conciente de la capacidad de mutación que tiene el virus y que quizá por mucho piquetito, si había algún cambio en la estructura de nuestra amigo, la dichosa vacuna serviría para un carajo.
Creo que en estos días, me di cuenta de eso...
A inicios de esta semana, uno de los integrantes de mi equipo se reportó enfermó tras estar un par de días de vacaciones. Bueno, más bien lo reportó su esposa, ya que entre la fiebre y el dolor de garganta, el pobre hombre no tenía ánimos ni fuerza para hablar por teléfono. Tras un intenso peregrinar en el IMSS, desde urgencias hasta su médico familiar, le dieron 3 días de incapacidad, pero por lo que me platicó no se tomaron la molestia de examinarlo más a detalle a pesar de sus síntomas.
El jueves me marcó al celular. Estaba afuera de la oficina. Venía a entregarme su incapacidad. Lo regañé, ya que su estado era bastante deplorable. Estaba pálido, sudaba de una manera extraña y tosía sin control. "Lo siento, tuve que venir yo, ya contagié a mi mujer y recuerda que ella es asmática"
Quería presentarse a trabajar el viernes ya que se vencía su incapacidad. Me negué. Lo mandé de nueva cuenta al IMSS ya que sus síntomas no me convencían. Aún no caía yo misma en cuenta de que esa tos bronquial era algo más. En la noche me marcó. "Sospechan que tengo un cuadro de influenza, y que también lo tienen mi mujer y mi niña, me mandaron mañana temprano con otro médico". Tuve un golpe de realidad. Si efectivamente estaba enfermo, el resto del equipo podría tener un pequeña probabilidad de riesgo de contagio. Mande desinfectar la oficina a primera hora.
El viernes desperté de improviso. No escuché el despertador. Me quedé dormida. Y era momento de correr. Mi mamá me mira con cara de tranquilidad y me comenta que no me preocupe. No hay clases, y el tráfico estará más tranquilo.
¿No hay clases? Enciendo la televisión y la radio. La información es la misma en distintas voces. Alerta sanitaria. Suspensión de clases hasta nuevo aviso. Brote de gripe porcina. Un virus de influenza que ha mutado y que ha tomado de sorpresa a las autoridades médicas.
Al llegar a mi trabajo, tuve que compartir lo que pasaba con alguien de mi equipo. Antes de las 10 de la mañana, el enfermo se reporta y comparte su situación: le han diagnosticado el virus ese de la influenza nueva (sic), el más delicado es él, sin requerir hospitalización, y también han dado positivo su esposa, hija y su hijo.
Todo cambió abruptamente. Los cubrebocas, el Lysol y el PatoPurific en aerosol están agotados en las tiendas y farmacias. La información sigue fluyendo.
El fin de semana ha sido una avalancha mediática. No puedo evitar que la vena periodística controle mis pensamientos y comienzo a revisar varias fuentes. Internas y externas. Trato de no caer en la paranoia, pero si en el sentido de la prevención. Platico con algunos miembros de mi equipo y les pido que se cuiden. Salgo a las calles con un tapabocas como amigo. Al mismo tiempo, me dedico hacer bromas al respecto en el status de mi Facebook. Trato de encontrar el equilibrio.
Como lo he platicado con un gran amigo, quizá esto nos tiene altamente impactados porque nunca nos habíamos enfrentado a una situación de este tipo. Escuelas cerradas, eventos suspendidos, misas canceladas y justo en este instante me topo con que los cines no abrirán puertas hasta nuevo aviso. Bueno ni los antros pudieron ofrecer diversión nocturna.
Hay quien me ha dicho que esto es una cortina de humo. Creo esto ya rebasó más allá de ser una simple mentira mediática para beneficio del gobierno. Pero lo importante es mantener la calma y ser precavido. Tampoco creer en las cadenas de si el pollo trae gripe aviar o que si comer carnitas te enferma. O que somos víctimas de la experimentación de un arma biológica.
Lo único que sé, es que es un buen momento para ver un maratón de películas de zombies y sus contagios mortales....
El extraño aroma del miedo se respira en el ambiente, junto con partículas de dudosa procedencia.
De pronto, las teorías de la conspiración surgen entre las ligas que sostienen ese trozo de tela que cubre nariz y boca.
Una noche cambió repentinamente una rutina.
Hace como 6 ó 7 años padecí por primera vez de influenza. Es de esas enfermedades que no le deseo a nadie. Recuerdo que mis sintomas iniciaron una noche en el cine. De hecho le arruiné la noche a un amigo, quien tenía todavía pila para seguir la fiesta. A mí, me atacaba un dolor de cabeza indescriptible. Asumí que era un ataque de migraña. Era temporada navideña. Los foquitos de la época eran como cuchillas afiladas en mis ojos.
Así comenzó el calvario. Toda la noche, la fiebre me mantuvo en total agonía. Dolor en el cuerpo, articulaciones. Dolor hasta de respirar. Ni siquiera podía leer o mirar la televisión, porque todo me mareaba, me molestaba.
Fueron varios días de sufrimiento. Pero salí adelante.
Sólo una vez me puse la vacuna contra la influenza. Los efectos secundarios me cayeron fatales, así que opté por omitir la dichosa vacuna en mi vida, muy conciente de la capacidad de mutación que tiene el virus y que quizá por mucho piquetito, si había algún cambio en la estructura de nuestra amigo, la dichosa vacuna serviría para un carajo.
Creo que en estos días, me di cuenta de eso...
A inicios de esta semana, uno de los integrantes de mi equipo se reportó enfermó tras estar un par de días de vacaciones. Bueno, más bien lo reportó su esposa, ya que entre la fiebre y el dolor de garganta, el pobre hombre no tenía ánimos ni fuerza para hablar por teléfono. Tras un intenso peregrinar en el IMSS, desde urgencias hasta su médico familiar, le dieron 3 días de incapacidad, pero por lo que me platicó no se tomaron la molestia de examinarlo más a detalle a pesar de sus síntomas.
El jueves me marcó al celular. Estaba afuera de la oficina. Venía a entregarme su incapacidad. Lo regañé, ya que su estado era bastante deplorable. Estaba pálido, sudaba de una manera extraña y tosía sin control. "Lo siento, tuve que venir yo, ya contagié a mi mujer y recuerda que ella es asmática"
Quería presentarse a trabajar el viernes ya que se vencía su incapacidad. Me negué. Lo mandé de nueva cuenta al IMSS ya que sus síntomas no me convencían. Aún no caía yo misma en cuenta de que esa tos bronquial era algo más. En la noche me marcó. "Sospechan que tengo un cuadro de influenza, y que también lo tienen mi mujer y mi niña, me mandaron mañana temprano con otro médico". Tuve un golpe de realidad. Si efectivamente estaba enfermo, el resto del equipo podría tener un pequeña probabilidad de riesgo de contagio. Mande desinfectar la oficina a primera hora.
El viernes desperté de improviso. No escuché el despertador. Me quedé dormida. Y era momento de correr. Mi mamá me mira con cara de tranquilidad y me comenta que no me preocupe. No hay clases, y el tráfico estará más tranquilo.
¿No hay clases? Enciendo la televisión y la radio. La información es la misma en distintas voces. Alerta sanitaria. Suspensión de clases hasta nuevo aviso. Brote de gripe porcina. Un virus de influenza que ha mutado y que ha tomado de sorpresa a las autoridades médicas.
Al llegar a mi trabajo, tuve que compartir lo que pasaba con alguien de mi equipo. Antes de las 10 de la mañana, el enfermo se reporta y comparte su situación: le han diagnosticado el virus ese de la influenza nueva (sic), el más delicado es él, sin requerir hospitalización, y también han dado positivo su esposa, hija y su hijo.
Todo cambió abruptamente. Los cubrebocas, el Lysol y el PatoPurific en aerosol están agotados en las tiendas y farmacias. La información sigue fluyendo.
El fin de semana ha sido una avalancha mediática. No puedo evitar que la vena periodística controle mis pensamientos y comienzo a revisar varias fuentes. Internas y externas. Trato de no caer en la paranoia, pero si en el sentido de la prevención. Platico con algunos miembros de mi equipo y les pido que se cuiden. Salgo a las calles con un tapabocas como amigo. Al mismo tiempo, me dedico hacer bromas al respecto en el status de mi Facebook. Trato de encontrar el equilibrio.
Como lo he platicado con un gran amigo, quizá esto nos tiene altamente impactados porque nunca nos habíamos enfrentado a una situación de este tipo. Escuelas cerradas, eventos suspendidos, misas canceladas y justo en este instante me topo con que los cines no abrirán puertas hasta nuevo aviso. Bueno ni los antros pudieron ofrecer diversión nocturna.
Hay quien me ha dicho que esto es una cortina de humo. Creo esto ya rebasó más allá de ser una simple mentira mediática para beneficio del gobierno. Pero lo importante es mantener la calma y ser precavido. Tampoco creer en las cadenas de si el pollo trae gripe aviar o que si comer carnitas te enferma. O que somos víctimas de la experimentación de un arma biológica.
Lo único que sé, es que es un buen momento para ver un maratón de películas de zombies y sus contagios mortales....
2 comentarios:
En varios lados en el ciberespacio (tu feisbu, p.e.) externé mi incredulidad hacia la epidemia atribuyendo cierta manipulacion al gobierno. Me retracto de mi incredulidad hacia la epidemia, sobre la manipulacion de la misma y su informacion por parte del gobierno no.
Estudie mis paranoias, y me topé con 'La doctrina del shock'. Sugiero googlearle.
Bexo.
Red...
La he encontrado en su versión cortometraje alfonsocuarenesco... voy a darle una revisada, creo entiendo tu punto hacia cómo nos están vendiendo la información y en ese aspecto creo comenzar a coincidir contigo y varios conocidos... Lo sé, al trabajar en un medio de comunicación comprendo que podemos ser cómplices de verdades sutilmente maquilladas...
Sé que aquí está pasando algo, porque lo he visto de primera mano... pero aún hay muchos cabos sueltos que trato de atar por medio de la investigación y recopilación de datos.
Voy a seguir googleando más y darle seguimiento en el blog...
Muchas gracias
Bexo tmb..
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