sábado, julio 25, 2009

They send me to Rehab...

Siempre he sabido que hay procesos y circunstancias que son cíclicas en la vida...
Sin embargo, nunca imaginé que algo que hace cinco años marcó mi vida, en últimas fechas se convertiría en uno de los mayores dilemas de mi existencia.

Hace casi un lustro -a finales de septiembre de 2004- sufrí un accidente automovilístico. Una chica argentina sintió que era fácil ganarme el paso en un crucero peligroso. Las consecuencias: su Focus centró  a mi Chevy justo a la altura de la puerta del copiloto. Fue en la Condesa. Yo iba a la cita con un cliente para una promoción que originalmente iniciaba en octubre. Aquella mujer era soberbia y prepotente. Cuando me bajé a ver si estaba bien, sólo tuve como respuesta "pues como quieres que esté si te me atraviesas en el camino?" .

El dictamen era que ella había tenido la culpa, sin embargo quería que yo pagara el golpe de ambas o de menos cada quien se fuera con su golpe. Me negué. Después de eso sólo tuve amenazas, reproches y hasta humillaciones de la manera de conducir de los mexicanos por parte de la señora -que para colmo viajaba con dos pequeñines-.

Trató de intimidarme.

Afortunadamente mi ajustador era un soberano cabrón (no tengo otra manera de definirlo) ya que logró voltearle el juego a esta chica, quien de ser una hija de puta conmigo, paso a rogarme entre lágrimas que no fueramos al Ministerio Público porque no tenía dónde dejar a sus hijos. El ajustador me pidió no ceder, porque a la larga este accidente iba a salir con consecuencias, y que quiza si aceptaba los términos de ella, me iba a arrepentir el resto de mi vida. No cedí, y agradezco mi decisión, porque aún cargo con los estragos de aquel jueves.

Los médicos me diagnosticaron esguince cervical de tercer grado con contractura muscular y corrección columna. Estuve incapacitada poco más de mes y medio, con dolores que sólo cedían con medicamentos fuertes. Dormía de día y me deprimía de noche, al sentirme vulnerable.

Por mucho tiempo hice mi vida normal. De pronto una punzada en la zona escapular izquierda. Nada grave. Un dolorcito de cuello por el estrés -me decía yo-, nada que un masajito no solucionara. Sin embargo, hace poco más de un mes, mi cuerpo me dio una llamada de atención que hoy en día aún sigue gritando en mi piel, en mis músculos y sobre todo no guarda silencio: No pude mover el cuello hacia el lado izquierdo además de que un dolor agudo -de esos que sientes queman- invadio mi espalda, justo detrás de mi hombro siniestro....

Un par de inyecciones. Nada. Un par de compresas. Nada. Masajes con medicación. Nada.
Magnetoterapia, una leve mejoría, pero una aguda sensación prevalecía, al punto que un día no pude levantarme a trabajar. Lloré de impotencia al no entender qué me pasaba. Una voz simplemente me dijo " el accidente, son estragos del accidente".

Me quedé helada. De pronto una parte de mí recordó el dolor de hace cinco años. Ese que mi memoria había olvidado. Carajo, era el mismo maldito dolor. Y me estaba preocupando más. Mi brazo izquierdo comenzaba a sentirse con hormigueo, mientras que mi dedos simplemente no reaccionaban bien.

Comencé a buscar un médico. Un buen médico. No me importó el costo. Quería alguien que de antemano no viera en la cortisona el único camino para aliviarme y que me diera una explicación.

Por fortuna lo encontré. Sus medicaciones de receta controlada fueron la única alternativa para ceder el dolor. Para ayudarme a moverme de nuevo. Pero el dolorcito seguía. Ya no con esa maldita intensidad. Pero ahí estaba esa aguda sensación de impotencia. El siguiente paso la fisioterapia y la rehabilitación. Algo que hace 5 años, alguien omitió recomendarme y que hubiera sido un cambio notorio en mi vida. Hoy, aunque no es tarde, si está siendo un proceso lento de recuperación.

Y comienzo a desesperarme.

He tenido que renunciar un tanto a mi vida social y pedir permisos laborales para poder tomar terapia.
En verdad, lo único que pido a gritos es que me deje de doler.... Por favor. Ya no quiero que duela.
Quiero volver a dormir.

Quiero sentirme viva sin una aguda estocada como lastre existencial....

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