un texto que debía ser...

Sí...
te he abandonado.
Es como si las líneas se hubieran escapado en una aventura y no encontraban el camino de regreso a casa.

Siempre he amado las letras. Escribir se volvió mi refugio mucho tiempo. Hace unas semanas mientras buscaba unos documentos, me topé con mis viejos cuadernos de la secundaria y prepa. Unos cuadernos que no eran de materias, sino donde me dedicaba a escribir poesía. Vaya manera de exorcisar demonios. Alguna vez alguien me preguntaba si esta manía que te tengo de escribir en inglés y español, era resultado de lo mucho que quería cautivar bloggeros de otros países. Pues la verdad nunca lo pensé así, porque si alguna vez encuentro la manera de publicar todas las joyas de mi adolescencia, se percatarían que generalmente mis textos más intensos están capturados en habla inglesa desde mi juventud. Simplemente, la evolución y el crecimiento han generado matices más complejos.

Y es que también tengo unas piezas de arte en mi idioma nativo. Y en algunos casos me llegaron a estremecer muchas visiones que había en mi narrativa de aquella época.
De pronto existen temporadas en que me sumerjo en mis amantes. Mis letras. Me pierdo en sus pasiones en la búsqueda constante de respuestas hacia las preguntas que día a día nos ofrece la vida. Por un tiempo dejé a un lado mi existencialismo pero hace poco entendí que quienes tenemos una perspectiva tan profunda del universo, tenemos que experimentar cada momento y palparlo en la posteridad de los sentidos.

Quien sabe lo que simboliza el escribir, para quienes nacimos con el don de la creatividad textual, conocen que esta vía es un camino que nos gusta recorrer sobre todo cuando el destino inspira. Cuando las musas se acercan sigilosas al oido y convocan a un ritual de magia bibliográfica. Y es también una manera de calmar las inquietudes ante la cotidianeidad.

Hoy algo en mí se dio cuenta que ante el abandono, era necesario rescatar al pequeño blog perdido. Donde siempre coincide la verdad y la esperanza.